Remezones que despabilan.
Hace un tiempo, después del trabajo, tarde, tomé la micro a mi casa. Junto a mí, un hombre ebrio balbuceaba, entre lo que se le entendía se escuchó: “Uno, a las 5 me bajo”. Mientras seguíamos el trayecto escuché, “2, a las 5 me bajo”, para el 3 ya había notado que el borracho contaba los “lomos de toro”. Nadie parecía interesado en su cuenta, menos yo, que sólo pensaba en confirmar mi sospecha. Dos paraderos antes de llegar a mi destino, “5, aquí me bajo”… Este inocente hecho me golpeó la cabeza. Cuantas veces en la vida, embobado, borracho por el éxito, el dinero, la salud, etc. lo único que nos orienta, son los golpes, los zamarreos.
Hace unos días un amigo me contaba que su familia cristiana estuvo pagando 11 años el dividendo de su casa, gracias a su trabajólico padre y su bien remunerada labor. Ellos pasaban por esos días holguras económicas y todo parecía ir bien, pero a un año de terminar de pagar la casa y que ésta fuera propia, el padre quedó sin trabajo y sin dinero para pagar los dividendos, la perdieron. Pagaron 11 años, eran 12 en total y por uno sin pagar quedaron sin casa. La vida que les continuó distaba mucho de ser buena… Siendo cristianos como lo tomaron le pregunté a mi amigo. No tengo recuerdos buenos de mis papas de esa época, me contó, mi papá trabajaba y mi mamá ordenaba la casa y vida familiar bien poca había. Después de todo, lo que les pasó fue bueno.
Nunca dejemos que la vida nos maree con sus vueltas y nos distraiga poniendo atención a cosas que no valen. No esperemos “lomos de toro” que nos zamarree para reaccionar, esos saltos pueden resultar muy bruscos. Concentrémonos en el amor, la felicidad, la familia, para que no nos escuchemos diciendo “a las 5 me bajo”.